La industria de empaques para alimentos se encuentra en un momento crucial de transformación, impulsada por la creciente preocupación por el medio ambiente y la necesidad de alinearse con normativas cada vez más estrictas en torno a la sostenibilidad.
Los consumidores demandan soluciones que minimicen el impacto ecológico sin comprometer la funcionalidad y la seguridad de los productos alimenticios.
Esta tendencia no solo afecta a grandes marcas, sino también a pequeñas y medianas empresas que buscan posicionarse en un mercado cada vez más competitivo.
Los materiales de origen natural, como el almidón, las fibras naturales, la celulosa y los compuestos a base de algas, se presentan como alternativas viables y sostenibles frente a los plásticos convencionales.
Estas soluciones innovadoras no solo contribuyen a reducir los desechos plásticos, sino que también ofrecen propiedades que mejoran la funcionalidad del empaque, como barreras contra gases, resistencia mecánica y compostabilidad.
Además, el desarrollo de estos materiales está impulsado por avances tecnológicos y colaboraciones entre industrias y centros de investigación.
El papel del almidón y las proteínas en los empaques sostenibles
El almidón se posiciona como un material clave en los empaques sostenibles gracias a su capacidad de biodegradación y renovabilidad.
Este compuesto tiene la capacidad de formar películas resistentes y, en algunos casos, comestibles, lo que lo convierte en una opción ideal para empaques de contacto directo con alimentos.
Además, las proteínas como la caseína, el gluten y los derivados de soya también son alternativas funcionales debido a sus propiedades mecánicas y de barrera contra gases.
Por ejemplo, bandejas hechas a base de almidón son ideales para frutas y vegetales, mientras que las películas comestibles derivadas de proteínas son cada vez más comunes en productos frescos.
Un estudio de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos demostró que los empaques de almidón pueden reducir la huella de carbono hasta un 40% en comparación con plásticos convencionales, lo que refuerza su potencial para la industria alimentaria.
Fibras naturales
Las fibras naturales como el cáñamo, el bagazo de caña y el bambú están ganando popularidad debido a su sostenibilidad y resistencia mecánica.
Estas fibras, al ser ligeras y fáciles de compostar, son ideales para empaques destinados al transporte de alimentos pesados o perecederos.
Por ejemplo, empresas como GreenWrap ya utilizan bagazo de caña para fabricar cajas resistentes y biodegradables que pueden soportar alimentos congelados o frescos.
Además, estas fibras ofrecen ventajas competitivas al reducir costos logísticos por su peso ligero.
Celulosa y papel reforzado
La celulosa y el papel continúan siendo materiales clave en la industria del empaque, pero su transformación hacia soluciones más avanzadas ha sido notable en los últimos años.
Papeles reforzados con recubrimientos biodegradables son cada vez más comunes en aplicaciones como bolsas de supermercado, cajas para alimentos frescos y envolturas para productos grasos como quesos o carnes procesadas.
Este enfoque también permite una mayor reciclabilidad y compostabilidad, lo que reduce el impacto ambiental de los empaques.
El mercado de celulosa proyecta un crecimiento anual del 5% hasta 2025, impulsado por la preferencia del consumidor por materiales reciclables y renovables.
Compuestos de algas y agar
Los compuestos de algas y agar están revolucionando el mercado de empaques biodegradables y comestibles.
Su flexibilidad, transparencia y capacidad para actuar como barreras contra gases los hacen ideales para productos premium. Por ejemplo, la empresa Notpla ha desarrollado recubrimientos a base de algas que reemplazan plásticos de un solo uso en envases para bebidas y salsas, marcando un hito en la sostenibilidad.
Fuente: The Food Tech
16 de enero 2024